El mejor lugar donde una persona puede estar es en su propia casa, pero hay veces que esto no puede ser. En esos casos los hogares de ancianos son una excelente alternativa.
Comenzar a vivir en una casa de reposo es una elección importante que requiere consultar y mirar bien antes de optar por una de ellas.
En la mayoría de los casos, la decisión de ingresar la toman los familiares cercanos, ya sea por falta de espacio, problemas físicos o de convivencia. También, por razones económicas, logísticas o por la condición de salud del adulto mayor que lo hace dependiente de terceros.
Una vez tomada la decisión, hay que buscar un centro de larga estancia (Casa de reposo o Asilo de ancianos) que cumpla con los requerimientos para cubrir las necesidades básicas de sus residentes, donde les brinden la mejor atención posible.
Es decir, que sus dependencias sean apropiadas para atenderlos, con bastante espacio y buena iluminación en las áreas comunes, con lugares de esparcimiento y jardines. Que cuenten con botiquín, enfermería y con una administración adecuada, con concurrencia de profesionales de salud.
Efectivamente sitios así existen, pero son muy escasos. Sin embargo, para empezar a buscar un lugar, lo básico que debe cumplir es:
- Que esté autorizado por el Servicio de Salud.
- Instalaciones adecuadas para el desplazamiento de los residentes.
- Lugares de esparcimiento como jardines.
- Personal multidisciplinario capacitado en salud y asistentes con experiencia.
- Atención las 24 hrs de residentes para que estén en permanente cuidado durante el día y la noche.
- Visitas libres y a cualquier horario, es posible que en muchos centros establezcan horarios de visitas muy restrictivos lo que complica la visita de los familiares que tienen complicaciones con sus horarios laborales.
- Servicio de comidas, puede validar que los residentes tengan un acceso a sus comidas cuatro veces al día y un plan balanceado de alimentación.
- Fijarse en los servicios extra de costo adicional como convenios con servicios de ambulancias, visitas médicas semanales, administración de medicamentos entre otras cosas.
- También la cercanía del hogar a la casa de los familiares es un punto a evaluar.
- Y finalmente el precio, ya que por mucho que deseemos dejar a nuestros familiares en el mejor lugar el precio es fundamental al momento de decidir por lo cual recomendamos buscar bien y asegurarse de que es un centro con experiencia y vocación.
No obstante, el ingreso de una persona de la tercera edad a una institución puede estar asociada por algunos a una conducta de “abandono” por parte de sus más cercanos, una residencia bien elegida tiene la capacidad de ofrecer una serie de beneficios para que esta etapa de su vida sea tranquila y cómoda.
Entre las ventajas de esos centros, está el hecho de que cuentan con el respaldo de un equipo multidisciplinario y de especialistas en el cuidado de pacientes mayores, así como la posibilidad de recibir las visitas de la familia y convivir con personas de la misma edad.
La decisión de ir a una casa de reposo debe estar basada en la consideración de los factores asociados a la calidad de vida de la persona en función del tipo de cuidados que requiere. De acuerdo el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), uno de cada cinco chilenos en este segmento de edad es dependiente y requiere ayuda para realizar sus actividades cotidianas.
Asimismo, en esta importante decisión es indispensable tener en cuenta los deseos de la persona que va dar ese paso. Si está lúcida y siente que ir a una residencia es favorable para ella, su opinión y opción deben ser respetadas. En cambio, si presenta trastornos cognitivos –como, por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer– los familiares más cercanos deben adoptar esa determinación.